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lunes, 1 de agosto de 2011

Maldita dulzura la tuya.

Hablemos de ruina y espina, hablemos de polvo y herida, de mi miedo a las alturas, lo que quieras, pero hablemos, de todo menos del tiempo que se escurre entre los dedos.
Hablemos para no oirnos, bebamos para no vernos, hablando pasan los días que nos quedan para irnos, yo al bucle de tu olvido, tú al redil de mis instintos. Maldita dulzura la tuya.
Me hablas de ruina y espina, te clavas el polvo en la herida, me culpas de las alturas que ves desde tus zapatos. No quieres hablar del tiempo, aunque esté de nuestro lado, y hablas para no oirme, y bebes para no verme. Yo callo y río y bebo, no doy tregua ni consuelo. Y no es por maldad, ¡lo juro!, es que me divierte el juego.

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